Recinto amurallado fue reparado a principios del siglo XVIII, es en este mismo siglo (1767) cuando se derriba el primer tramo de la muralla que circundaba a Ciudad Real; dando así el primer paso para llevarse a cabo después, la demolición total del amurallamiento (tendría lugar en la segunda mitad del siglo XIX y principios del siguiente).
La muralla estaba compuesta por 130 torreones y 8 puertas, tenía una forma de elipse casi perfecta con una longitud de 4.600 m., con un grosor de 2,20 m.. Para Madoz: "Comprende una extensión de 1.800 varas desde la Puerta de Alarcos a la de Calatrava...; y, 2.004, de la Puerta de Ciruela a la de Toledo.
El eje mayor de la figura elíptica arrancaba desde la monumental Puerta de Toledo hasta la Puerta de Ciruela; y, el menor, desde el postigo de Santa María al punto medio de la línea recta trazada entre las puertas de La Mata y Granada o "Miguelturra".
Es evidente que LAS MURALLAS de Ciudad Real, calificadas por Rades y Andrada como una "ruyn cerca" y por historiadores locales del siglo XVII y posteriores de "excelentes", se deterioraron a causa de las continuas refriegas entre calatravos y realengos; pero éstas, siendo reparadas en 1489, vuelven a sufrir grandes desperfectos a consecuencia de una inundación del río Guadiana en 1508.
En 1853, 1860 y 1862, se producen demoliciones parciales del lienzo comprendido entre las Puertas de Mata y de Toledo con destino a realizar obras municipales, en 1863 se practica la demolición del total para emplear las tierras en desecar una de las lagunas que existían extramuros de la puerta de Calatrava, las lagunas de los Terreros.
A mediados del siglo XIX, con la llegada del ferrocarril en 1853 a Ciudad Real, se establece la necesidad de construir en la muralla una hermosa y espaciosa puerta a la que se llamará de "Ciruela"; que, con esta obra, sigue el amurallamiento reparándose una vez más para ofrecer una imagen más bella y hermosa.
Pero, por causas que desconocemos, los propietarios de las murallas no procedieron al derribo de éstas; evitándose con ello, en principio, la desaparición de uno de los primitivos vestigios históricos con que contaba nuestra Ciudad desde su fundación.